Córdoba en mayo es una flor abierta con ansia de no sé qué gozo. Se mira, arrogante, sin disimulo. Su belleza no tiene prisas; como la chica de aquel pupitre, distante, se deja amar. Y envuelve en una imprecisa melancolía a quien, triste y contento, la observa.
Su palabra es el silencio. No hay nada que decir ante este blanco excelso, más brillante aún con un sol ayer perezoso, hoy despierto y mañana hiriente. Al caminante mira ella con ojos verdes y piel morena, y le insinúa, nunca regala, un sendero sinuoso, de piedra, cal y agua. A cada paso una fuente colma la sed de un sentido extasiado, por la luz que todo lo inunda.
Generosa, en esta época ofrece un pedazo de su esencia, en forma de patio. Balcones y galerías guardan con celo e infinito cariño la rosa y el jazmín, el romero y la gardenia. Al entrar aquí se siente el legado de la historia, como un rumor lejano de muchas voces. Habla el romano, habla el omeya. En la sombra del pozo se escucha el recuerdo del ensueño, de la gloria bajo los cimientos.
Pasan los turistas y pasa el día, y llega la noche, hermosa, presta para el amor. Es imposible que el corazón no lata entonces con fuerza. La pasión se hace dueña de quien se adentró en la Judería, en el Patio de los Naranjos, y ahora no acierta a descifrar aquel aroma. Embriagado está sin saberlo, y, quién sabe, sin quererlo.
Y gusto yo de caminar por tus calles, guapísima, como si apenas te conociera. Descúbreme, aunque sea por un momento, el misterio de cada encrucijada. Acógeme en tu laberinto de rejas y puertas a ninguna parte. ¿Qué hay al fondo de ese estrecho empedrado?, ¿qué secreto esconde Viana? Me guían las iglesias fernandinas, ¿adónde?
¿Cómo confesarte este sentimiento? Si ni siquiera yo lo entiendo.
Si alguna vez te he sido infiel, perdona. Subiré la Cuesta del Bailío y en uno de los rojos faroles la pena olvidaré y la alegría hallaré.
Te quiero, en mayo, en junio, en diciembre.
Pero, ¡qué preciosidad, Antonio! Esto se merece un 10, por tu amor sempiterno a Córdoba y por tu escritura, leche!!! Un abrazo, cuñado.
pd: este fin de semana vas a tener que serle infiel y cambiarla por Madrid. ¡No queda otra! jeje
Gracias, cuñada.
me voy a poner celosa! Jaja he disfrutado mucho con este sentido tributo a nuestra bella ciudad.
Se me ha enternecido la patata. Muy bueno.